jueves, 27 de marzo de 2008

Huele mal...

"¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?"
Groucho Marx

¿Debería sorprendernos? Por supuesto que no. Es más, la función del circo ya era suficientemente previsible… y como en esos espectáculos sin novedad, sin chispa y con libretos trillados, las emociones desaparecen para los espectadores. Ya ni siquiera hay indignación, ira o repudio. Quizá, eso sí, un poco de asco e impotencia, ante la complicidad obvia del pseudoperiodismo y los oportunistas de siempre.

Ya sabíamos que las pobres víctimas y apologetas de la tolerancia, la paz y la armonía, como Carlos Antonio Vélez (pobrecito, cuando lo vi con esa cara de animal indefenso legitimando las acusaciones en su contra, una lágrima corrió por mi mejilla y recordé a mi hámster muerto), serían los primeros en tomar hipócrita vocería, que los aguastibias de El Tiempo se acomodarían como pudieran a la situación y que la Comisión –literalmente- A-R-B-I-T-R-A-L no tendría vergüenza para presentar su dictamen oscuro e inicuo.

Los hechos
¿Sanciones? Por supuesto que eran meritorias. Es más, si de algo podemos señalar a los implicados es de haber dado la oportunidad que muchos habían estado esperando (¡Incluso dentro del mismo club! Nuestros propios dirigentes (?) exigiendo sanciones desproporcionadas contra el DT…), máxime, cuando el Rey de Fábulas -también conocido como el “Bicampeón” (no puedo evitar sonreír cada vez que enfatizan y se les llena la boca diciendo eso cuando antes del 97, previo a la invención de los torneítos de pacotilla multiplicadores de estrellas, en los que se juegan finales con La Equidad y Huila, había que ser “Bicampeón” solo para sumar una estrella al escudo)- está ad portas de una crisis institucional y los demás elementos del grupo empresarial están desesperados en su afán por sacarlo de la situación.

Lo que no es meritorio es que nuevamente Millonarios tenga una justicia propia, inquisitorial, concatenada con el límite de la norma y no con la realidad de los hechos. Que alguien me explique cómo es que los jugadores juzgados por idéntico motivo a Bedoya cumplieron fecha de sanción durante la Copa Colombia pero él no o que Vanemerak haya recibido una multa de doble valor a la que recibió Umaña por agredir a otro DT y ser factor fundamental en una gresca que dejó casi 80 heridos (habría que ver la sanción que habría sufrido Millonarios y Bogotá en un caso similar).

Doble y triple moral
Bedoya, dos fechas sin posibilidad de cumplirlas en la Copa Colombia. Vanemerak, siete fechas y una multa de 10 millones de pesos. Briceño, tres fechas (se me viene a la mente la sanción impuesta al mismo Bedoya después de agredirse mutuamente con Valoyes –a quien le dieron dos-, cuando Vélez lo puso casi a nivel de criminal de guerra, o una vieja, en cuadrangulares contra Cali, que desarticuló al equipo por protestar una expulsión ilegítima).
Ojo, no fueron sanciones producto de un hecho espontáneo sino precedidas por un arbitraje claramente tendencioso, que por supuesto, pasó una vez más de agache -como el 80% de pésimos y perjudiciales arbitrajes que ha tenido que sufrir Millos este torneo-, apenas unas semanas después del escándalo descomunal que hicieron por sanciones arbitrales supuestamente favorables a Millonarios en el partido contra La Equidad, que a la postre se demostraron como legítimas no sin antes presenciar el espectáculo de la doble moral en su cénit, cuando a Alexis García le dio por abogar por la verdad, justicia y reparación, cosa que no hacía cuando la comida en el plato, los lujos y los títulos se los ponían siniestros personajes con todas las complicidades arbitrales imaginables (como el clásico de todos los tiempos: “se me cayó el silbato de la boca, por eso no sancioné penal”).

También, me queda la inquietud acerca de la nula responsabilidad de un DT siempre ético (!) y mesurado (?) como Fernando Castro, quien aparte de no haber todavía justificado por qué entró a la cancha y señaló que Vanemerak terminaría en una institución mental, tiene una historia tan transparente que es célebre internacionalmente por la forma en que agredió y provocó a Husaín, de River Plate, durante un partido de Copa Libertadores, con total complicidad y venía de la prensa deportiva colombiana en aquel entonces –básicamente, es la misma hoy en día-, que incluso se tomó la molestia de aplaudir su viveza.

¿Reciprocidad?
Claro que las abominaciones argumentales siguen al orden del día: uno tiene que tragarse cosas, en medios supuestamente serios (léase, El Tiempo), como que a pesar de que el arbitraje fue pésimo no influyó (!) en el resultado… obtuso, en un punto tan hilarante solo comparable con el blogger del "Bicampeón" en el mismo diario, un hamponcito adolescente –más- producto de la alienación mediática que les metió el cuento de una hipotética grandeza hecha a punta de sangre, balas y coca, quien no puede dejar pasar oportunidad para hacernos saber su resentimiento contra Millonarios y su hinchada, corroborando así que se odia aquello que no se puede alcanzar.

En ese orden de ideas, es un buen momento para exigir a las autoridades antioqueñas respeto y trato consecuente con la hinchada embajadora, la cual volverá a hacer una caravana monumental el sábado –sin ninguna equivalencia con la de algún otro equipo, ni siquiera en finales-, con por ahora más de 35 buses confirmados por parte de Comandos Azules, Blue Rain y otros grupos de hinchas. Son fanáticos que pagan su entrada, con el agravante de que deben hacer una travesía ida y vuelta de hasta más de 30 horas, por lo tanto está de más no permitirles ver la totalidad del partido, hacerles controles inhumanos y agredirlos solapadamente mediante el uso de la Fuerza Pública, solo por una actitud de irresponsable complicidad con los locales.

A ver si esta vez pueden demostrar una pizca de civilidad con la caravana, como sí lo hacen los bogotanos cada vez que un puñadito de energúmenos llegan desde allá a vandalizar los baños y paredes de un estadio recién arreglado, a robar el Tiger Market de la carrera 30, mientras las autoridades bogotanas les dan todas las garantías y protección, y los medios omiten deliberadamente estas prácticas criminales.

No se sorprendan si…
Por supuesto, dejaré grabando el partido para no perderme alguna gran atajada fuera del área -sin sancionar - por parte de Superman Ospina o alguno de esos detalles de fina coquetería arbitral a los que debimos acostumbrarnos en cada visita a Medellín desde los años 80’s, con el recuerdo cercano del partido en Copa Sudamericana, con un arbitraje que el periodismo continental no dudo en calificar de escandaloso y grosero… y eso que llegamos allá siendo últimos y ellos primeros (curiosamente el árbitro designado en aquella ocasión –Hoyos- fue el mismo que un par de meses antes le había sancionado a Santa Fe un penal dos metros afuera del área y a la fecha de hoy se encuentra vetado de arbitrar en el fútbol profesional, igual que otros “profesionales” con destacadas actuaciones en Medellín como Barahona y Duque).

Es que eso del lugar en la tabla y el momento al parecer es de suma irrelevancia a la hora de enfrentar a Millos; recordamos con gracia la celebración desbordada de los hinchas del "Bicampeón" luego de vencer a la nómina C de Millonarios el año pasado, mientras varios hinchas azules –incluyéndome- disfrutábamos las bondades del sabor a victoria en las calles de Sao Pablo.

Igual, espero que Millos, aún diezmado (Vanemerak, Bedoya, Mosquera, Briceño), cumpla su deber histórico de vencer una vez más a otro HIJO más de los varios a los que les llevamos más de 30 victorias de diferencia. No vivimos de mentiras, sino de hechos. ¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?

Un saludo azul… ¡Solo existe un Grande!

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MSN Messenger: millosdemivida@hotmail.com

Nota: Claro, no demoran en decir que exigir justicia es incitar a la misma violencia que muchos otros gestan con sus acciones, sean periodistas, dirigentes, comisiones o policías. Lo triste son los hinchas de Millos todavía ingenuos que están dispuestos a seguirles el juego. Afortunadamente, cada vez son menos.

jueves, 21 de febrero de 2008

Enfoque: Fútbol

Las diferencias entre los hinchas de Millos y los hinchas de otros son muchas, incontables. Sin embargo, una de ellas, en vez de ser motivo de orgullo se convierte con frecuencia en una inevitable molestia: para ser hincha de Millos hay que ser multidisciplinar.

Gracias a un pesado lastre que carga la institución desde tiempo atrás -el cual ha impedido su definitivo resurgir futbolístico-, no basta con simplemente hablar de los talentos o carencias de los jugadores, del planteamiento táctico usado por el estratega o el desempeño arbitral. No basta con la cancha. En Millos hay que saber de leyes, procesos judiciales, intrigas políticas, conspiraciones mediáticas y hasta más. Tanto así que para quienes tenemos que documentar el acontecer embajador siempre hay dos agendas, la futbolística y la extrafutbolística (siendo en ocasiones más nutrida esta última).

Para la muestra un botón
Pues bien, para quienes todavía tenían dudas, la semana pasada fue una nueva y contundente muestra. Debido a las cuestiones de siempre, con viejos y nuevos actores en los mismos escenarios, el lunes al mediodía la victoria que dejamos escapar en Cali ya era un asunto prácticamente olvidado. Opté por ver el desarrollo de la situación y esperar en silencio. Me sorprendió saber que otros bloggers representativos obraron de forma similar (14Albiazul y Azzurro, por ejemplo).

Debe ser porque en nuestra cercanía a la volátil caldera que suele ser la institución -en especial cuando Los Nefastos hacen de la suyas-, siendo testigos de jugarretas maquiavélicas, cinismo agobiante y luchas intestinas por poder, dinero, contratos, caprichos y egos, aprendimos a ser prudentes, a no sacar conclusiones apresuradas con la cabeza caliente y simplemente aguardar. ¿Cuántas veces en el pasado juzgamos con severidad a los que no correspondía y permitimos la continuidad de quienes nos desangraban desde adentro y lo continúan haciendo aún hoy?

A la fecha, tengo un panorama relativamente amplio de la situación, pero me faltan detalles. Por eso mismo, una entrada relativa a los poderes en las entrañas de Millonarios, a los acontecimientos inexplicables que suceden sin conocimiento del hincha, al gobierno, el lote, la democratización, la venta y demás, tendrá que esperar hasta cuando pueda eliminar la mayoría de conjeturas y pueda hablar con propiedad de hechos. Simple responsabilidad.

Lo cierto es que aunque el episodio pasó y en el club se vive una tensa calma a nivel dirigencial, el agua se movió muy fuerte y la agitación subsecuente bien pudo propiciar muchos movimientos con impacto definitivo a corto y mediano plazo (espero que para bien). Pero hoy quiero enfocarme en el fútbol, por lo que pueden consultar otras reflexiones en torno a este tema con mis compañeros de Versión Azul y el Blog de El Tiempo.

Y ahora si…
Ese mismo lunes, en la mañana, mi entrada para el blog estaba lista. Me refería al interés de Millonarios por vincular a otro delantero (esto se dilató un poco en medio del amago de crisis, pero vuelve a estar vigente; las inscripciones cierran el lunes) y a la actuación del anterior sábado en Cali, con todo lo anecdótico que se podía acotar.

En su momento, la presentación reivindicó un poco la derrota en el debut frente al ahora imbatido líder DIM, pero la desazón era inocultable: por lo visto en el campo de juego, cualquier cosa que no fueran tres puntos era una derrota. Y lo fue, con un detalle adicional. Cuando Ciciliano tomó el balón para cobrar el penal, mientras un jugador de campo rival se enfundaba los guantes, pedí al cielo que recapacitara y dejara intacta la página que ya había escrito en la historia. Lastimosamente la intuición no me falló y el empate que debía ser victoria resultó aún más amargo.

Ahora bien, objetivamente, en el campo de lo estrictamente cuantitativo, un punto de visitante es valioso. Y con la historia reciente frente a Cali, más. Creo que idéntica reflexión puede hacerse sobre el resultado contra Tolima, en el partido de anoche. Dos puntos en dos salidas de casa, en plazas de las que usualmente llegamos sin nada, es bastante aceptable… otra cosa es que por justicia hayan debido ser seis (¡Ay, la definición, la definición!).

Sin embargo, el valor connotado de los puntos conseguidos afuera –ya estamos entre los ocho- depende directamente de concretar victorias como local. Aunque agónico, contra La Equidad el propósito se consiguió. Ahora vienen en seguidilla Quindío y Pereira, en El Campín. Deben ser seis puntos fijos indiscutibles, no solo por la conveniencia y la localía, sino por los rivales. Con eso, creo que podríamos enfrentar con más comodidad y confianza el calendario que se avecina, bastante intrincado, por lo demás.

El interrogante
Algo inquietante, eso si, es que el DT no haya podido encontrar un onceno definido.
Producto de lesiones, sanciones y dudas sobre el desempeño de algunos jugadores, la alineación –también las variantes- ha sido prácticamente diferente en cada juego y, sin embargo, los cambios resultaron determinantes en el desempeño del equipo en los juegos ante La Equidad y Tolima.

¿Depender exclusivamente de Martín García como fórmula de ataque es escueto y permite que el rival tome control del partido? No lo podría determinar. Se supone que un esquema similar funcionó bien en la pasada Copa Sudamericana, si bien el planteamiento de esos partidos era diferente, por tratarse de llaves ida y vuelta.

Con el anunciado debut de Ariel Carreño y la posible vinculación de otro delantero, se pueden empezar a contemplar otras alternativas, que por el momento son García y Briceño, en funciones similares, o Castillo, quien no lo ha hecho mal pero es bastante irregular. Al día de hoy, cuatro goles ha convertido Millos en igual número de presentaciones. De ellos, ninguno fue convertido por los delanteros. No deja de ser algo por tomar en cuenta.

Para finalizar, solo me resta renovar la invitación a mantener el aliento a NUESTRO equipo durante los 90 minutos de cada partido. Una amiga, quien por primera vez visitó El Campín en el encuentro con La Equidad, me manifestó que lo más emocionante había sido como el vigor y el respaldo de la hinchada fue aún mayor en la adversidad de la derrota. Al final, nuestra paciencia tuvo efecto y justa recompensa.

Un saludo azul… ¡Solo existe un Grande!

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NOTA: Capítulo aparte merece el novelón armado por la prensa y el cuerpo técnico de La Equidad por el asunto del arbitraje. Justamente por eso y porque el espacio ya es insuficiente, quedará pendiente para una próxima entrada.

jueves, 7 de febrero de 2008

Serenidad

No son días de tranquilidad para el hincha azul. La mente todavía no asimila objetivamente la suma de pequeños reveses del último par de semanas, que incluyen la no obtención de todos los refuerzos presupuestados, la irrelevante pero simbólica derrota con América y el inesperado inicio con pie izquierdo en el campeonato.

Por supuesto, esta situación –tan tentadora, tan ideal- está muy lejos de ser pasada por alto por los carroñeros de los micrófonos y, en especial, aquellos que tienen por encomienda desdeñar y subvalorar cualquier acontecimiento –bueno, regular, malo, da igual- relacionado con Millonarios.

Claro, me refiero a Carlos Antonio Vélez e Iván Mejía Álvarez (sabemos que son más, pero son estas las dos cabezas visibles de la bestia). Lo sorprendente no es que con toda impunidad continúen su calumniante y destructiva labor, pues al fin y al cabo, abocados a las leyes del consumo y al cíclico monopolio de los medios masivos, este tipo de personas están condenadas a perpetuarse en los canales de la información. Lo sorprendente es que todavía haya hinchas ingenuos dispuestos a sintonizarlos y, peor aún, tragar entero el compendio de mentiras, vituperios y perversiones que estos “comunicadores” (¿de dónde?) maquinan a partir de sus intereses personales y empresariales.

En el pasado, a modo de denuncia, quise hacer una antología de toda la información falsa y errada (¡y grave!) que Vélez y Mejía generaban desde sus puestos de trabajo y, sin embargo, siempre me vi abrumado por lo que resultó una tarea monumental que parecía renovarse día a día. Quise creer que con el pasar de los meses terminarían por perder toda credibilidad, producto de sus constantes desatinos y, sin embargo, el tiempo no me dio la razón. La ausencia de títulos y el afán por encontrar culpables parecen preceder cualquier razonamiento y ,aunque sin el aura de veracidad que gozaban en otras épocas, sus comentarios no dejan de envenenar aún a los más prudentes.

Pues bien, es ahora nuestro DT Mario Vanemerack quien, harto de la situación –como también estamos desde hace mucho quienes seguimos con fervor lo que acontece con Millonarios- y conocedor del modo de proceder de algunos mal llamados periodistas, ha decidido denunciar este mal endémico que persigue a Millos, muy fiel a su estilo, sin esconder nada:

“Si quieren guerra, guerra les voy a dar, porque sé muchas cosas de esos periodistas, y a mí me importa un carajo ir a la Fiscalía, y si tengo que ir a declarar voy, no tengo problema porque no maté a nadie, no robé a nadie, nunca me regalaron nada, yo tengo mi conciencia bien tranquila, llevo 20 años en Colombia y nunca me regalaron nada”.

Y continúa:

“Yo defiendo al club, porque esas personas atacan, destruyen, dicen cosas para poner al hincha en contra de Millonarios, le llenan la cabeza de porquerías y eso no me gusta, porque no puede un señor, por tener un micrófono, decir lo que se le dé la gana, no es así porque está destruyendo a una afición si no se dan los resultados".

Para ver la nota y declaraciones completas puden visitar el siguiente enlace:
Vanemerack: "si quieren guerra, la tendrán", de Fox Sports.

Que sea el propio director técnico quien lo señale le pone mucho más peso a lo que diga yo, que soy un simple hincha. Este no es un asunto de estar a favor o en contra de López (o un sano punto medio), no es un asunto de haber perdido el primero partido de toda una temporada o de que el tal Pato Galaz haya sacado mil excusas para incumplir lo pactado. No. Es un asunto de defender lo que queremos de enemigos deliberados, organizados y poderosos. Yo defiendo a Millonarios porque quiero su grandeza de vuelta y a su hinchada celebrando como indiscutiblemente lo merece. Nada más.

Que sea este un llamado a la serenidad, para halagar o criticar según la justa medida. También es un llamado a la prudencia y al racionamiento. A no aseverar ni asumir cosas que desconocemos en su totalidad - ni actuar en consecuencia- sencillamente por lo que llega a nuestros oídos de personas que solo sustentan con malicia, rabietas y groserías las acusaciones que hacen. Unidos somos más que nuestros verdaderos enemigos.

Un saludo azul... ¡Solo existe un Grande!

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lunes, 28 de enero de 2008

¡Volvió la alegría!

Es inconsecuente pensar que todavía alguien dude de la grandeza de la hinchada azul. En menos de 72 horas, sin mayores incentivos, 60.000 hinchas embajadores se volcaron al Campín para un simple torneo de pretemporada. Volvieron los cantos, la fiesta, el colorido, la pasión. Volvió Millos, volvió la alegría.

Nada nos detuvo. Ni el carácter amistoso del torneo, ni la supuesta ausencia de motivos para hacernos presentes. En teoría -y digo en teoría porque son tesis que defienden otros- no habría incentivo para pagar doble vez una boleta del mismo valor que la del torneo profesional (la más costosa del país, por lo demás), “solo” para ver a un equipo con una cara nueva –el Pato Galaz no estaba disponible, mientras Martín García y Luis Asprilla son viejos conocidos-, que supuestamente, y aún a pesar de conservar casi la totalidad de la nómina con la que terminó tercero en la Copa Sudamericana, no puede aspirar a nada.

El terrorismo mediático ya no parece un impedimento. Ese que con cinismo minimiza incluso nuestras goleadas –que la altura, que la falta de cohesión del rival y similares… es de no creer- aunque acabe de elogiar las derrotas ajenas. Ese que eleva a la categoría de criminal de guerra a cualquiera de nuestros hinchas, pero que cuando verdaderos criminales con camisetas de otros colores hacen de las suyas lo omite con toda complicidad. Es que ya aprendimos a convivir con eso, por lo menos la mayoría.


60.000 hinchas azules que se hicieron presentes en un simple torneo de pretemporada –porque era eso, un asunto preparatorio y de laboratorio, como los que se han jugado en Sogamoso, en Villavicencio, en Popayán, en Argentina-, en menos de 72 horas, lo dicen todo… ¡cuánta falta nos hacía Millonarios!

Aún después de 20 años de frustraciones y decepciones, qué sentimiento incontenible, inexplicable, es el azul. Es inconsecuente que todavía alguien ponga en tela de juicio la inigualable grandeza de su hinchada, lo que representa y ha representado desde la misma gestación de nuestro fútbol.

No hay nada más lindo que volver a respirar el ambiente de tribuna, con la diversidad de rostros y edades confluyendo en un solo sentir, cantando al unísono. El colorido de la Lateral y la tradición de las plateas, y cada personaje adentro de ellas. Es un rito condenado a repetirse ineludiblemente por encima de toda circunstancia.

Una sencilla y definitiva diferencia: no hay mayor motivación para el hincha de Millos que simplemente ver a Millos. No hay nada más lindo que ser azul.

Un saludo millonario… ¡Solo existe un Grande!

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La nota fea

Decenas de hinchas azules que pagaron por asistir a Occidental 2do Piso fueron obligados a ubicarse en el primer piso (cuyo valor es menor, en la medida que tiene menor visibilidad). ¿La razón? Ninguna válida, realmente. Cuando ya la mitad del costado sur de Occidental era azul –la mitad norte, atiborrada, ya lo era completamente-, las autoridades decidieron impedir el acceso de más hinchas embajadores a costa de un puñado de hinchas visitantes, en una tribuna que no exige ese tipo de distinciones (y aún si fuera el caso, la prioridad siempre será del local).

Falta coherencia por parte de los organismos encargados. Un absoluto sinsentido y abuso contra algunos de ellos que, aparte de todo, recibieron mal trato por exigir lo obvio.

Un saludo azul… ¡Vamos que somos Millos!

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domingo, 27 de enero de 2008

¡Por la Libertad!

“Ohhhh, a los secuestrados… ¡los queremos liberados!”. El clamor de la curva norte de El Campín retumbó con su habitual fuerza y, sin embargo, en esta ocasión no solo resultó estremecedor en cuanto a su intensidad, sino como el recordatorio de un motivo adicional que nos unió bajo el mismo color. Quizá esa demostración espontánea de la tribuna más popular haya sido el momento más emotivo de la noche, aún por encima del homenaje en sí mismo o de la goleada que Millos le propinó a Huracán.

En parte, se equivocaba el editor deportivo que después de las conmovedoras pruebas de supervivencia, en las que los cautivos señalaban lo importante que resultaban para ellos las transmisiones de los partidos, recordaba la relevancia de los periodistas y sus responsabilidades. El medio es tan solo el canal. A los –lamentablemente- centenares de secuestrados, lo que verdaderamente los reconfortó -unió pasiones y hasta colores- fue el fútbol, sus equipos y, en el caso concreto, Millonarios.

Así fue para el coronel Luis Mendieta, el cabo Julio Buitrago y el ex gobernador del Meta, Alan Jara, secuestrados por la guerrilla. Hinchas que como nosotros respiraron innumerables tardes de Campín, de sueños e ilusiones, en la libertad, y que aún en tan indescriptible circunstancia siguen aferrados a gambetas, goles, alegrías, tristezas y todo lo que el equipo de sus amores pueda ofrecerles para superar con dignidad el absurdo horror en que se vieron subsumidos.

Quizá, en medio de tan doloroso llamado, la gratitud de sus familias y las varias camisetas blancas con el tricolor nacional y el escudo embajador que se vieron en las tribunas nos recordaron que Millonarios, en su grandeza, arropa a una multitudinaria familia, diversa, con necesidades y problemas que en este caso, dada su magnitud, requieren del club un gesto. Dar y recibir.

Ojalá esa relación recíproca, muchas otras veces intangible, también nos recuerde a todos, hinchas, jugadores y directivos, que lo más importante no son siempre las victorias dominicales o lo efímero de los títulos, sino lo que Millonarios ha representado en algunos de los momentos más significativos -buenos y malos- de nuestras vidas. Radica ahí su verdadera e incuantificable grandeza. Y lo que es ser hincha.

Motivo de orgullo es que el azul sea ejemplo, en medio de sus posibilidades, para homenajear y regalarle una alegría a sus hinchas cautivos, pero se queda corto, muy corto, ante la dimensión del problema. Millonarios, como la institución deportiva más importante de Colombia y la representación de millones de colombianos durante generaciones, también es permeado constantemente por la realidad patria y, como tal, debe atender a ello.

Sin embargo, el esfuerzo no puede quedar en un homenaje memorable y una goleada quizá anecdótica para la historia, pero que puede haber gozado de valor superlativo en algún punto recóndito de la geografía nacional, donde para algunos de los nuestros, más que la repetición del bello gol en la memoria o el análisis a veces testarudo del cronista, se convirtió en un motivo más para no desfallecer y continuar luchando, seguir viviendo.

Este es un recordatorio elocuente del valor que pueden tener nuestras acciones, como institución, como equipo y como hinchada. No lo podemos olvidar. Tampoco nos podemos detener aquí. Como lo expresó aquella pancarta visible desde todo el estadio: Millos y el Campín los esperan.


Un saludo azul… ¡Vamos que somos Millos!

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sábado, 26 de enero de 2008

De facto

Por razones de salud ya resueltas y las obligadas "vacaciones deportivas" de final de año, este blog no fue actualizado como debería durante un tiempo significativo. A partir de hoy, exactamente tres meses después de la última entrada, EndorfinAzul vuelve para convertirse y consolidarse como un espacio de expresión, opinión, reflexión y construcción de la hinchada embajadora.

Un saludo millonario… ¡Solo existe un Grande!

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